73
“La pobreza total aumentó 1,7 %
entre 2013 y 2014. En este último año
afectó a 22,4 % de los hogares, mientras que
la pobreza extrema se mantuvo sin cambios
significativos, en 6,7 %. Costa Rica
acumula ya dos décadas sin mostrar avances
sostenidos en esta materia” (p. 75),
sentencia el Informe 21. Referente al
descuido indígena, solo el recuadro 5.10,
del capítulo 5 Fortalecimiento de la
democracia localiza dicho particular de
manera escueta.
Asimismo, al comparar la tasa de
analfabetismo de la población no indígena
del resto del país (4.5 %) con las
correspondientes a las otras poblaciones, se
observan diferencias importantes;
sobresalen los indígenas dentro de los
territorios, con un 30 %, mientras que los
demás indígenas fuera de territorios
autóctonos y los no indígenas que habitan
en los territorios, muestran proporciones
que oscilan entre 12 % y 15 % de
analfabetismo. (Solano, 2011).
Importante rescatar que el
analfabetismo no se mide solo por leer y
escribir, sino por aspectos asociados con las
destrezas en el uso de las TIC, pero antes
debe tenerse acceso de calidad a ellas. Las
comunidades indígenas del sur del país que
poseen conexión no gozan de calidad en el
servicio. Los enlaces con antenas VSAT
que alguna vez colocó el ICE les permiten
un acceso que no cubre la demanda actual.
Por ejemplo, una conexión de 512 kbps no
soporta 30 equipos conectados en un aula
universitaria (UNED, 2015).
La educación es un aspecto
fundamental para el desarrollo de los
pueblos indígenas, como resalta el
Convenio 169, en cuyo artículo 26, exige
medidas para garantizar a los miembros de
los pueblos interesados la posibilidad de
adquirir una educación a todos los niveles,
por lo menos en pie de igualdad con el resto
de la comunidad nacional. El discurso sobre
la globalización no alcanza aquellas
regiones que no reportan rentabilidad al
capital, previa minimización del deber del
Estado-nación para llevarlas a todo el
territorio.
La ruptura de la identidad e imagen
país es una consecuencia más, la cual crea
discriminación y estereotipos que, como
consecuencia encabalgada, produce una
violencia simbólica apoyada en prácticas
culturales adquiridas de culturas ajenas, y
rechazando las prácticas propias del ser
costarricense, es decir, a lo que Vallespín
citado por Palacios ( 2007) llama una
“pluralidad identitaria” ( p. 23).
A propósito, de acuerdo con Giddens,
(1994) la columna vertebral de la
globalización es la “deslocalización”,