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de Malenbrache- Simon Foucher (1644-
1696), Leibniz indica como descarga al
escéptico francés que tanto “La
extensión o el espacio, y las superficies,
líneas y puntos que se pueden concebir,
no son más que relaciones de orden,
órdenes de coexistencia”, como se
menciona en las Notas sobre sobre las
objeciones de M. Foucher. –Remarques sur
les objetions de M. Foucher-, (1695-1696),
citado Leibniz (2009a, p. 255). Con ésta
argumentación Leibniz deja entrever con
claridad su posicionamiento, el
desplazamiento de argumentos válidos
para determinar el carácter entitativo de
tiempo y espacio por ser solamente
relaciones de orden entre la materia
secunda.
En ésta misma época, data la nota
de Leibniz como respuesta al artículo
“Rorarius” de Bayle en 1702, en éste
asume “I acknowledge that time, motion,
and the continuum in general, as we
understand them in mathematics, are
only ideal” (Hartz y Cover, 1988, p. 497)
esto replica el carácter de tiempo y
espacio, como construcciones mentales.
Cabe resaltar que lo notable de éste lapso
radica en la relación establecida entre la
geometría, tiempo y espacio, el punto
indica el sajón, no se puede encontrar en
medio de una recta, simplemente
podemos considerarlo desde los
extremos de la recta, son solamente
artificios mentales de carácter relacional.
Las entelequias, dadas como
materia secunda, son de éste modo
asumidas en conexión, de la diversidad y
pluralidad de ellas, se desprende la
designación abstracta que permite
referirlas como coexistentes, de esta
manera tanto tiempo como espacio no
pueden considerarse cosas, como el
mismo Leibniz indica a la Princesa Sofía
respecto a las nociones de tiempo y
espacio “Both of these foundations are
true, although they are ideal” (Hartz y
Cover, 1988, p. 501). Leibniz concibe el
tiempo y el espacio como ideales, como
cualidades continuas, por tanto son
indeterminados e indiferentes. Según
Futch (2008), Leibniz abandona su
planteamiento de espacio y tiempo como
un bien fundado en las apariencias entre
1687 y 1696, para adherir a la
concepción de una phaenomeno bene
fundatum, derivado de las monadas,
(Hartz y Cover, 1988).
En el tercer periodo, designado de
madurez, se desvela la tensión con
Samuel Clarke, empero no se reduce
solamente a ella, lo que si queda
manifiesto es su posicionamiento
relacional a propósito de las nociones, en
las antípodas del absolutismo
propugnado por los newtonianos. Según