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evolucionando y madurado tanto en el
campo médico como en el sociológico,
antropológico y filosófico, lo cual ha hecho
posible transitar del concepto de
“asistencia” al concepto de “reducción del
daño” (Milanese, 2002). Como afirma este
autor, las posibilidades de prevenir
situaciones, acciones o conductas no
deseadas se encuentran en la base de toda
intervención, hasta el punto que toda
intervención pueda ser considerada como
una acción de prevención.
Se parte de la prevención universal,
que es la información y capacitación
generalizada a la que la medicina ha llamado
primaria; luego la prevención selectiva
(secundaria), dirigida a los grupos
vulnerables; y por último la prevención
indicada, para los que viven el sufrimiento
social y se encuentran en drogas,
alcoholismo, VIH entre otros.
Históricamente se distinguen diversos
modelos, el primer modelo fue médico y el
segundo, conservando el encuadre médico,
inicia introduciendo elementos relacionados
estrictamente con la medicina y con la
rehabilitación y la reinserción. En este
período el tratamiento precede a la
rehabilitación, pero ésta no se desprende del
tratamiento médico como una sola
disciplina; sin embargo, tiene el valor de
haber permitido y favorecido la transición
de una “asistencia” de tipo moral a una
asistencia de tipo profesional, sin que esto
implique la negación de posturas éticas.
De los modelos lineales se transitan a
modelos complejos, en lo que se acepta el
principio de simultaneidad entre
intervenciones. Las reglas del juego
cambian y los procesos, en lugar de ser
determinados por secuencias
predeterminadas, son regidos por
retroacciones y recursiones, donde
empiezan las modificaciones para abordar
los tratamientos y rehabilitaciones.
Se inician esquemas con resultados en
el tratamiento de las drogas. En algunos
casos, antes de iniciar un tratamiento
médico o psicológico, es necesario
recuperar algunas competencias sociales
que garanticen un nivel aceptable de
adherencia, que se implementan dentro de
un proceso de rehabilitación y educación
como un prerrequisito para poder pensar en
un abordaje de tipo médico y psicológico.
En este modelo se encuentran
elementos nuevos: la distinción entre
prevención universal, selectiva e indicada y
la articulación entre prevención y