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Universidad Internacional de las Américas Pro Veritatem 2016, 2 (2), 107 - 124, diciembre 2016
Departamento de Investigación ISSN 2215-5317
https://revistas.uia.ac.cr/index.php/proveritatem/issue/view/3
Análisis de la masculinidad, sexualidad y poder en tres pasajes de la novela Historias de
mis putas tristes de Gabriel García Márquez
Masculinity, Sexuality and Power in Historias de mis putas tristes by Gabriel García
Marquez
Recepción: 26-08-2016
Aceptado: 27-10-2016
M.Sc. GUSTAVO HERNÁNDEZ CASTRO
Candidato a Doctor en Estudios de la Sociedad y la Cultura,
Universidad de Costa Rica
Académico-investigador
Universidad Estatal a Distancia, Costa Rica.
Resumen
Se analizan tres pasajes de la novela Historias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez a
partir de las categorías de masculinidad, sexualidad y poder, esbozadas por Anthony Giddens, en
el contexto de su propuesta teórica: La transformación de la intimidad. Se discute la existencia de
una relación dialéctica entre las categorías mencionadas y cómo estas se hallan asociadas, en el
suceder imaginario de la novela y en la práctica cotidiana, en la cuales se desenvuelven los seres
humanos (realidad). Esas categorías adquieren corporeidad y, al mismo tiempo, delimitan el
espacio “reservado” tanto a los hombres como a las mujeres, en el constructo de una modernidad,
destinada a preservar el poder masculino en relación con su entorno. Lo particular de los pasajes
escogidos y de la novela en su totalidad es que el personaje central (novela) no responde a la
caracterización moderna del hombre, según la teoría esbozada.
Palabras clave: masculinidad, saber, intimidad, identidad, literatura.
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Abstract
The existence of a dialectic relationship between masculinity, sexuality and power is
analyzed in three different passages from the novel Historias de mis putas tristes by
Gabriel García Márquez- according to the theories of Intimacy Transformation by
Anthony Guiden. This relationship takes place at an imaginary level in the novel, as well
as it does in real life. These categories become tangible as they mark the reserved space
for men and women in a modern society, in which male power prevails. The main
character in this novel does not respond to the traditional characterization of men in a
modern society, according to the analysis made from the theories mentioned above.
KEYWORDS: masculinity, sexuality, privacy, identity, literature, power
Introducción
El artículo tiene dos objetivos
centrales, el primero consiste en analizar,
a la luz de la categoría de masculinidad,
sexualidad y poder, la novela Memoria
de mis putas tristes. La finalidad es
deconstruir, a partir de su contenido, un
examen, desde la perspectiva del estudio
de la masculinidad de Giddens (2004),
sobre el rasgo hegemónico de esta
característica que se reproduce en la
modernidad.
El segundo objetivo es explorar,
desde el discurso como construcción
mítica, puesto que el mito es un habla,
según Barthes (1999), tres escenas de la
novela que permitan relacionar, según
Goldmann (1982), el suceder imaginario
(novela) con el suceder real
(modernidad), a fin de establecer la
existencia o no, de una homologación de
la realidad latinoamericana, en la
construcción de la masculinidad
hegemónica.
Tomando como punto de partida
lo anterior, se pretende dar respuesta a
las siguientes interrogantes: ¿Reproduce
el personaje principal de la novela los
mecanismos de la masculinidad
hegemónica?, ¿qué significa ser hombre
en nuestra sociedad?, ¿definen las teorías
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analizadas lo que debe ser un hombre en
nuestras sociedades?, ¿facilita el marco
metodológico de Giddens, el camino
para contestar a las interrogantes
anteriores?
El artículo se ha dividido en tres
partes para responder a estas preguntas
iniciales. La primera expone, en forma
breve, las etapas del pensamiento de
Giddens; la segunda examina tres
pasajes de la novela, a fin de establecer
las relaciones de poder de acuerdo con el
marco teórico escogido y la tercera
despliega las principales conclusiones
del análisis al respecto.
Desarrollo
Teoría de la masculinidad de Giddens
Giddens (2004, p.43) indica: “La
posición de los hombres en el dominio
público se ha logrado a expensas de su
exclusión del proceso de transformación
de la intimidad”. Esto significa que, en
el constructo cultural moderno, los
hombres reproducen mecanismos
ancestrales de dominación, con la
finalidad de tener y ejercer el poder
hacia los demás, en especial, frente a lo
femenino. Suarez (2004), señala:
Desde mediados de los años
1980 y en los 90, sin embargo,
las críticas feministas someten a
escrutinio la propia labor
feminista: el nuevo sujeto
generado de las políticas
feministas se evidencia como
una ficción unitaria, que
encubre (es decir, margina y
silencia) otras dimensiones de
la construcción de la identidad
individual y colectiva. Las
críticas feministas negras y
lesbianas y el psicoanálisis
feminista han sido protagonistas
de este nuevo impulso
autocrítico. Desde este nuevo
mirador abierto en el edificio
teórico feminista, un territorio
inédito se ofrece a la
especulación; desde aquí
podemos y debemos
preguntarnos para qué sirvió la
teoría feminista del género en el
ámbito de relaciones en que los
individuos son (pero... ¿son?)
del mismo género: en el espacio
de la teoría lesbiana. ¿Tiene
validez el género entre mujeres?
Aquí pretendo esbozar un
fragmento de historia del
pensamiento de género en la
teoría lesbiana y sus críticas al
pensamiento de la diferencia
sexual por excluyente y
heterosexista. (p. 2).
Giddens (2004) introduce el
concepto de adición, como eje
transversal, para referirse a que esta
(adicción) se refleja, en la modernidad,
en un estado subjetivo de rutina, hábito y
compulsión, practicada por los seres
humanos en los procesos de
socialización y esculpidos en la
confrontación misma del sujeto con la
pérdida y control sobre el ego. En esta
pérdida, las adiciones son patología de
autodisciplina en dos vertientes:
consumir o abstenerse.
De esta forma, la construcción de lo
masculino y lo femenino en la
modernidad, según Giddens, se
caracteriza por:
Las mujeres u hombres deseados
se sumergen en la nada, una vez
que la cacería se haya efectuado.
Son personas que mantienen
relación continua y simultánea al
mismo tiempo.
La búsqueda de conquistas
sexuales produce un ciclo de
desesperanza y desilusión.
El sexo da el alivio físico en el
coito o el orgasmo.
Las mujeres o los hombres ya no
son objetos de amor y deseo, se
transforman en objetos.
Este sociólogo enlista una serie de
características, que distinguen a los
hombres de las mujeres en torno a la
sexualidad y, realiza un esfuerzo para
diferenciar y contrastar con la época
actual las conductas masculinas del siglo
XVIII. Giddens ubica el ejemplo de
Giacomo Casanova (1725-1798) como
un personaje cercano a la modernidad.Lo
contradictorio es que la caracterización
que hace de este último, difiere del
hombre y mujer de hoy; pese a que
ambos (Casanova y el ser humano
actual) son constructos de la
modernidad.
Giddens los caracteriza de la
siguiente manera:
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Buscadores de emociones en un
mundo abierto.
La emoción de persecución
proporciona el clímax y este se
convierte en la meta.
El amor confluente presupone la
intimidad, si este no se logra, la
persona lo abandona.
Su capacidad de irse está en
función del escenario previsto
para otro encuentro sexual.
Son expertos y expertas en la
retórica del amor, pero incapaces
de producir una narrativa
coherente del YO.
Los hombres son dependientes de
las mujeres: influencia que
controla sus vidas.
Son personas que eliminan las
conexiones entre sexualidad,
intimidad e identidad sexual.
Los mujeriegos desprecian a las
mujeres.
Existencia de gays y lesbianas
que repudian a las mujeres y a
hombres.
Son seductores en una época
cuando la seducción se ha vuelto
obsoleta, puesto que hay mujeres
dispuestas para las relaciones. El
patrón de conducta de estas es
igual que el de los hombres.
Son personas seductoras en la
medida que están preocupados
por la conquista sexual y el
ejercicio del poder.
La afirmación del poder en la
seducción se evidencia, cuando
las mujeres son vencidas y las
mata simbólicamente.
La igualdad sexual cerró el
círculo de mujeres virtuosas y
degradadas, de modo que el
poder no está en función de
quitar la virtud, sino la
integridad.
Los hombres, esclavizan a las
mujeres, capaces de dar y aceptar
amor; ellos las aman y las
desechan, pero son incapaces de
dejarlas porque cada abandono es
el inicio de otro encuentro.
Asimismo, Giddens trata de probar
su posición sobre la sexualidad a través
de la teoría del psicoanálisis y, en
particular, desde el enfoque
postestructuralista. La siguiente figura
muestra el planteamiento trazado por
este teórico:
Figura 1: Esquema de la teoría de
Giddens
Nota: adaptado de Giddens (2004)
Se intenta analizar tres pasajes de
la novela Historias de Mis Putas Tristes
(2004), del escritor latinoamericano
Gabriel García Márquez, a partir del
marco metodológico expuesto para
definir y sustentar las relaciones de
poder.
Análisis de pasajes de la novela
Primer pasaje.
Vivo en una casa colonial en la
acera de sol del parque de San
Nicolás, donde he pasado todos
los días de mi vida sin mujer ni
fortuna, donde vivieron y
murieron mis padres, y donde
me he propuesto morir solo, en
la misma cama en que nací y en
un día que deseo lejano y sin
dolor. Mi padre la compró en un
remate público a fines del siglo
XIX, alquiló la planta baja para
tiendas de lujo a un consorcio
de italianos, y se reservó este
segundo piso para ser feliz con
la hija de uno de ellos, Florina
de Dios Cargamantos, intérprete
notable de Mozart, políglota y
garibaldina, y la mujer más
hermosa y de mejor talento que
hubo nunca en la ciudad: mi
madre (p. 5).
Vivo sin perros ni pájaros ni
gente de servicio, salvo la fiel
Damiana que me ha sacado de
los apuros menos pensados, y
sigue viniendo una vez por
semana para lo que haya que
hacer, aun como está, corta de
vista y de cacumen. Mi madre
en su lecho de muerte me
suplicó que me casara joven con
mujer blanca, que tuviéramos
por lo menos tres hijos, y entre
ellos una niña con su nombre,
que había sido el de su madre y
su abuela. Estuve pendiente de
la súplica, pero tenía una idea
tan flexible de la juventud que
nunca me pareció demasiado
tarde. Hasta un mediodía
caluroso en que me equivoq
de puerta en la casa que tenían
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los Palomares de Castro en
Pradomar, y sorprendí desnuda
a Ximena Ortiz, la menor de las
hijas, que hacía la siesta en la
alcoba contigua. Estaba
acostada de espaldas a la puerta,
y se volvió a mirarme por
encima del hombro con un
gesto tan rápido que no me dio
tiempo de escapar. Ay, perdón,
alcancé a decir con el alma en la
boca. Ella sonrió, se volteó
hacia con un escorzo de
gacela, y se me mostró de
cuerpo entero. La estancia toda
se sentía saturada de su
intimidad. No estaba en vivas
carnes, pues tenía en la oreja
una flor ponzoñosa de pétalos
anaranjados, como la Olimpia
de Manet, y también llevaba
una esclava de oro en el puño
derecho y una gargantilla de
perlas menudas. Nunca imaginé
que pudiera ver algo más
perturbador en lo que me
faltaba de vida, y hoy puedo dar
fe de que tuve razón (p. 15).
Análisis del primer pasaje.
Se pueden considerar tres premisas de
los dos fragmentos o momentos
anteriores, a saber:
Identificación del personaje con
la madre.
Autopercepción que tiene el
personaje consigo mismo.
Pertenencia de la mujer con su
cuerpo.
En cuanto a la primera, el personaje
principal hace hincapié en la relación
con su madre y la describe como una
mujer culta, inteligente, hermosa,
valiente y audaz Márquez le denomina
garibaldina. La palabra se puede
entender de dos maneras. Por un lado, el
sinónimo de valiente y audaz y, por otro,
seguidora de Giuseppe Garibaldi (1807-
1882) político que participó en la
unificación de Italia. En ambos casos, se
puede interpretar como una mujer
valiente y de coraje. También relata
cómo la madre, antes de morir, le indica
que debe casarse con una mujer blanca y
tener por lo menos tres hijos, de los
cuales uno debe ser mujer y llevar su
mismo nombre, el que también tenía su
abuela.
En lo referente a la segunda
premisa, el personaje se autodescribe
como un individuo solitario, sin mujer,
sin dinero y pendiente de los consejos de
su madre. Tiene una capacidad de
observación que le permite tomar en
cuenta hasta el último detalle. Por eso,
es capaz de describir a Ximena que, a
pesar de estar totalmente desnuda, tenía
en una de sus orejas una flor, una esclava
de oro en el puño derecho y una
gargantilla de perlas.
En cuanto a la tercera premisa, el
narrador de la novela, Tacca (2000),
describe a Ximena sin pudor, sin
vergüenza, orgullosa de su cuerpo, tanto
así que se volteó hacia el hombre y se
mostró en su totalidad; en palabras del
narrador “la estancia estaba saturada de
su intimidad” (p. 16).
Al relacionar estos dos momentos
con sus tres premisas y las teorías
esbozadas en la primera parte de este
ensayo, se encuentra cómo el saber se
expresa en el hecho de que el personaje
produce verdades a partir de la
subjetividad de la madre. Es como si
ella estuviera controlando la vida del
personaje desde la “otra vida”, desde el
más allá; como si aún estuviera viva.
Asimismo, se expresa una relación de
poder de la madre con respecto a la
autopercepción del personaje, el cual
expresa disciplina absoluta en su forma
de proceder, hasta en el hecho mismo de
haber decidido morir solo, sin dolor y en
un lejano día.
Y Giddens (2004, p, 71) indica
“[…] la influencia de la madre supera a
la del padre y de otros cuidadores…”,
desde la mirada freudiana
posestructuralista. Parece que la
identificación con este último no está
condicionada y la relación con su
progenitora es de respeto, admiración,
tensión y conflicto, en un eterno retorno
hacia la figura materna. De manera que
el peso de la figura materna, a los
noventa años de edad, se mantiene
intacto en el personaje central de la
novela.
La sexualidad femenina recobra
valor por lo cual Giddens señala: “Las
niñas tienen un sentido más fuerte de
identidad de su sexo…” (2004, p. 77).
Ximena no tiene temor de enseñar su
cuerpo porque al mostrarlo tiene control
de su yo y, en consecuencia, de su
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subjetividad; en palabras de Foucault
(1988) ella tiene gobernabilidad de su
cuerpo.
Segundo pasaje.
La casa renacía de sus cenizas y
yo navegaba en el amor de
Delgadina con una intensidad y
una dicha que nunca conocí en
mi vida anterior. Gracias a ella
me enfrenté por vez primera con
ser natural mientras
transcurrían mis noventa años.
Descubrí que mi obsesión de que
cada cosa estuviera en su puesto,
cada asunto en su tiempo, cada
palabra en su estilo, no era el
premio merecido de una mente en
orden, sino al contrario, todo un
sistema de simulación inventado
por mí para ocultar el desorden
de mi naturaleza. Descubrí que
no soy disciplinado por virtud,
sino como reacción contra mi
negligencia; que parezco
generoso por encubrir mi
mezquindad, que me paso de
prudente por mal pensado, que
soy conciliador para no sucumbir
a mis cóleras reprimidas, que
sólo soy puntual para que no se
sepa cuan poco me importa el
tiempo ajeno. Descubrí, en fin,
que el amor no es un estado del
alma sino un signo del zodíaco
(p. 27).
Análisis del segundo pasaje.
El texto anterior hace posible
apreciar que el personaje central se
encuentra en estado de evolución; pasa
de un personaje estático o intransitivo a
uno transitivo sin implicaciones, a
transformaciones profundas (Hernández,
2014). Dicho cambio es producto del
amor que siente por la adolescente; en
este sentido, hay una ligera mudanza con
respecto al primer fragmento analizado,
pues la mujer lo ha transformado. Sin
embargo, cabe preguntarse: ¿cuál es
realmente el cambio experimentado?,
¿será en sus hábitos?, ¿será en su visión
con respecto a las mujeres?, ¿será en su
autopercepción? O más bien, ¿son los
noventa años de existencia que lo llevan
a reflexionar acerca de su vida en las
proximidades de la muerte?
Este pasaje permite inferir que
hay una esperanza para el personaje
principal de la novela, quien a sus
noventa años se siente motivado por la
presencia de una adolescente -
Delgadina-. Sin embargo, no se
contradice cuando afirma que se enfrentó
a su ser natural, reconociendo este
cambio en su vida. En términos
foucultianos, es necesario preguntarse
¿el sistema de signos que produce la
subjetividad se transformó en una
masculinidad distinta o emergente?,
¿acaso la modernidad no es, justamente,
ese proceso de colocar las cosas en su
orden, clasificarlas, agruparlas y
categorizarlas, entre estas la existencia
humana?
Considerando el enfoque
freudiano: ¿no es la madre quién inicia la
ruptura y, como consecuencia, la
dependencia del niño queda encubierta
en un nivel consciente e inconsciente
negado? O bien, como lo señalaba
Platón (1978) en su postura filosófica, es
el desencuentro existente entre la razón o
la sabiduría, con el instinto o la emoción.
La relación de este pasaje con las
teorías esbozadas permite encontrar,
desde un punto de vista de Foucault
(1998), que el saber se expresa en el
hecho de que este personaje continúa
produciendo verdades a partir de la
subjetividad, esta vez, desde Delgadina.
Ella controla la vida del personaje a
partir de la adolescencia, es decir desde
su cuerpo”; y este control se expresa en
una relación de poder instaurada por la
madre, quien se desdobla de manera
contradictoria, ya que el personaje no
alcanza a acariciar a la adolescente como
tampoco a su madre: lo anterior lo hace
propenso a transgredir la disciplina, y
sentirse como un ser natural, sin llegar a
serlo.
Una de las características más
vivenciales de la sexualidad masculina
es la genitalidad, así como la
demostración de la virilidad,
características, que según Giddens
(2004) poseen los hombres de hoy.
Esto permitiría comprender por qué el
personaje principal de la novela
manifiesta síntomas de cambios ante el
amor de una mujer adolescente.
Llama la atención la última frase
del pasaje citado: “Descubrí, en fin, que
el amor no es un estado del alma sino un
signo del zodíaco”. Así narrado por el
mismo personaje principal, se evidencia
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una contradicción, por cuanto el
protagonista de la obra parece hacer
referencia a una manera de nihilismo, en
la cual el amor corresponde con una
especie de suerte o estado astral, más
que con un proceso de construcción de
identidad personal, donde el individuo es
capaz de mantener -a la manera
platónica- un justo equilibrio entre las
razones y las emociones, y que este le
permita, a su vez, reconocerse como
persona complementaria a otras.
El personaje central de la novela
continúa reproduciendo estereotipos de
la masculinidad hegemónica,
cuandoafirma que el amor es más un
estado astral que del alma, porque no es
capaz de aceptar que el amor es parte
intrínseca del ser humano. Giddens
(2004, p.53) señala: El amor confluente
presupone la intimidad, si este amor no
se logra la persona lo abandona. Por
consiguiente, la forma como el personaje
central de la novela aborta el amor
dentro de su masculinidad, es ubicándolo
en el terreno del sortilegio. Salas y
Campos (2002, p, 204) indican: “La
cultura patriarcal define de manera
opuesta los roles sexuales”; de esta
forma, el personaje central de la novela
asume el rol, según el cual el amor es
para las mujeres, mientras que para los
hombres (para él), es un signo del
zodiaco.
El protagonista de la obra ve en
Delgadina una metáfora que apela a la
juventud, la belleza, la energía, la
vitalidad. Por lo anterior, este personaje
persigue no solo la conquista de la
mujer, sino también la conquista de otros
bienes simbólicos que la masculinidad
en su proceso de construcción social ha
reservado para el rol de hombre. Más
allá del placer carnal, el personaje
continúa en un forcejeo con la posición
de poder que es real y concreta, versus
esos bienes simbólicos que desea
obtener, pero que nunca llega a alcanzar.
Tercer pasaje.
Nunca me he acostado con
ninguna mujer sin pagarle, y a
las pocas que no eran del oficio
las convencí por la razón o por
la fuerza de que recibieran la
plata aunque fuera para botarla
en la basura. Por mis veinte
años empecé a llevar un registro
con el nombre, la edad, el lugar,
y un breve recordatorio de las
circunstancias y el estilo. Hasta
los cincuenta años eran
quinientas catorce mujeres con
las cuales había estado por lo
menos una vez. Interrumpí la
lista cuando ya el cuerpo no me
dio para tantas y podía seguir
las cuentas sin papel. Tenía mi
ética propia. Nunca participé en
parrandas de grupo ni en
contubernios públicos, ni
compartí secretos ni conté una
aventura del cuerpo o del alma,
pues desde joven me di cuenta
de que ninguna es impune.
La única relación extraña fue la
que mantuve durante años con
la fiel Damiana. Era casi una
niña, aindiada, fuerte y
montaraz, de palabras breves y
terminantes, que se movía
descalza para no disturbarme
mientras escribía. Recuerdo que
yo estaba leyendo La lozana
andaluza en la hamaca del
corredor, y la vi por casualidad
inclinada en el lavadero con una
pollera tan corta que dejaba al
descubierto sus corvas
suculentas. Presa de una fiebre
irresistible se la levanté por
detrás, le bajé las mutandas
hasta las rodillas y la embestí en
reversa. Ay, señor, dijo ella, con
un quejido lúgubre, eso no se
hizo para entrar sino para salir.
Un temblor profundo le
estremeció el cuerpo, pero se
mantuvo firme. Humillado por
haberla humillado quise pagarle
el doble de lo que costaban las
más caras de entonces, pero no
aceptó ni un ochavo, y tuve que
aumentarle el sueldo con el
cálculo de una monta al mes,
siempre mientras lavaba la ropa
y siempre en sentido contrario
(p, 8).
Análisis del tercer pasaje.
El pasaje anterior es sumamente
explícito en cuanto a la caracterización
la masculinidad, la cual corresponde con
algunas tipologías con respecto al
hombre de hoy. En virtud de lo
anterior, se comentan las tres premisas
siguientes:
Premisa 1: Hombre de muchas mujeres.
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Giddens (2004) y por Salas y Campos
(2002) señalan que la cotidianidad y
vivencia de la masculinidad hegemónica
lo funda el ejercicio de la sexualidad
activa. En rminos sencillos, se expresa
a través de la cantidad de mujeres que un
hombre haya tenido para afirmar, entre
sus pares y en la sociedad, que es un
hombre de verdad.
En este contexto, lo importante
para el hombre es ejercer el poder
mediante su sexualidad, a través de los
espacios en los cuales se desenvuelve y,
más aún, en aquellos puntos donde su
masculinidad pueda ser cuestionada. De
esta forma, el amor, la lealtad o fidelidad
hacia una sola persona, son creaciones
asignadas en la modernidad solo para la
mujer. En esta sociedad, el hombre tiene
derecho a mantener relaciones sexuales
las veces que sean necesarias con las
mujeres que considere pertinente. A
pues, en este contexto, el personaje
central de la novela expresa haber tenido
durante treinta años de su existencia de
los veinte a los cincuenta quinientas
catorce mujeres. Esta cantidad de años
dividida entre el total de mujeres con
quienes mantuvo relaciones sexuales, se
obtiene un total de 17,13 mujeres por
año, lo cual representa un 1,43 de
mujeres por mes.
¿Por qué es importante realizar
este sencillo cálculo matemático? La
respuesta está en función de desmitificar
dos aspectos. Por un lado, demostrar que
este hombre personaje central de la
novela mantuvo a lo largo de treinta
años, al menos un encuentro sexual
mensual con una mujer. Se podría decir,
que no es un depredador de mujeres al
estilo del hombre de hoy”, que según
Giddens (2004, p. 51). “Son hombres
que tienen una relación continua al
mismo tiempo. Giddens señala que el
hombre de la actualidad demuestra su
masculinidad manteniendo una relación
“estable” con una mujer; pero al mismo
tiempo se relaciona con otras.
Por otro lado, el personaje central
manifiesta no haber participado en
juergas grupales ni haber contado sus
cuitas de sexo ni haberse expuesto
públicamente con mujeres. Este
personaje tampoco calza con las
tipificaciones de hombres de hoy”,
puesto que estos expresan el ejercicio de
su poder y su control en el espacio
público y privado. El personaje central
de la novela no se ajusta a la tipificación
de la teoría examinada.
Premisa 2: La Lozana andaluza
La Lozana andaluza es una
novela veneciana publicada en 1528,
cuya autoría se atribuye a Francisco
Delicado. Describe las andanzas de una
prostituta llamada Aldonza en la Ciudad
Eterna.La obrase describe los aspectos
más oscuros y placenteros sobre el
ejercicio de la prostitución.
¿Por qué es importante
considerar el contexto de la obra La
Lozana Andaluza y su relación con el
personaje central de la novela? La
lectura de dicha obra permitecomprender
que el personaje principal ejerce el poder
sobre la mujer mediante la violación
sexual: la primera vez por la fuerza y las
subsiguientes con el beneplácito de la
trabajadora doméstica. El personaje le
llama humillación a este ejercicio
reiterado de control sexual (violación).
Es evidente que el protagonista
recrea un imaginario a partir de
contextos sociohistóricos de una época
distinta a la suya (siglo XVI), pero
coincidente en cuanto a la cultura
patriarcal experimentada en los primeros
años del siglo XX. Estos constructos
culturales los describen Salas y Campos
(2002, p. 204), cuando señalan: “a nivel
de lo afectivo: negación de la ternura y
la debilidad; en su defecto, utilización de
la fuerza y la violencia. También
Giddens (2004, p.53) explica: La
seducción es obsoleta porque hay
mujeres dispuestas para las relaciones;
son seductores en la medida que están
preocupados por la conquista sexual y el
ejercicio el poder y la afirmación del
poder en la seducción es cuando las
mujeres son vencidas y las mata
simbólicamente”.
Premisa 3: Sentido de culpa
El personaje central de la novela siente
“humillación” por haber perpetrado a la
fuerza el acto sexual. Pretende expiar su
culpa pagándole con dinero a la
trabajadora doméstica, cual si fuera la
prostituta más cara de su tiempo. No
obstante, Damiana no lo acepta ella no
es prostituta y para compensar las
subsiguientes relaciones sexuales, le
aumenta el salario.
El sentir del protagonista
comparado con el de los hombres de hoy
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muestra que estos últimos no sienten
culpabilidad por sus prácticas sexuales.
Ellos reducen su sexualidad a la
genitalización (penetración) en una
triada que Salas y Campos (2002, p. 205)
señalan: “[…] El trinomio de la
sexualidad masculina puede reducirse a
erección, penetración y eyaculación”.
Giddens (2004, p.51) también lo
contempla cuando afirma:“Los
mujeriegos eliminan las conexiones
entre sexualidad, intimidad e identidad
sexual”.
En términos foucultianos, el
saber, el poder y la gobernabilidad se
organizan para determinar y someter la
conducta de los individuos en el caso
de las mujeres con una finalidad
determinada: la “objetivación del sujeto”
y, con esto, el ejercicio de una
masculinidad hegemónica en nuestra
sociedad.
Conclusiones
Un epílogo sin final
El análisis de los tres pasajes
seleccionados de la novela, contrastados
con la teoría de estudio, arrojan las
siguientes consideraciones:
1. El discurso presente en los tres
pasajes seleccionados de la novela,
en tanto construcción mítica,
permite relacionar claramente el
suceder imaginario (novela) con el
suceder real (modernidad). Es
evidente la existencia de una
homologación de la realidad
latinoamericana, en la construcción
de la masculinidad hegemónica
representada por el personaje
central. La propuesta de Barthes
(1999), señala que el mito es un
habla, no importando que el
discurso que se expresa sea falso o
no- la masculinidad hegemónica se
ha convertido en un mito para
mantener el status quo de lo
masculino sobre lo masculino o de
lo femenino sobre lo femenino.
2. Se da respuesta a las siguientes
interrogantes:
a) ¿Reproduce el personaje
principal de la novela los
mecanismos de la masculinidad
hegemónica?
El rol del personaje
central de la novela,
descrito por el narrador,
no asume todas las
características del
“seductor” al estilo
Casanova, ni del
hombre de hoy”, según
Giddens.
El enfoque permite
explorar la subjetividad
desde el punto de vista de
saber y poder en la
construcción de la
narrativa que caracteriza
al personaje. No
obstante, queda limitado,
porque recurre a una
descripción muy ligera
de la novela.
El personaje central de la
obra no corresponde con
las caracterizaciones
señaladas en la teoría ya
que es un hombre soltero
y solitario que no
comparte sus hazañas
sexuales. Además, es un
individuo discreto, en
cuanto a sus prácticas
sexuales cotidianas, lo
cual contradice los rasgos
de una masculinidad
hegemónica.
Es un personaje que no
busca la conquista sexual
propiamente dicha,
puesto que es un visitante
asiduo de prostíbulos;
aunque en ese rol afirma
su masculinidad
hegemónica.
El personaje busca bienes
simbólicos más allá de la
conquista sexual, busca
el eterno retorno a la
juventud, la belleza y el
amor (estado zodiacal).
b) ¿Q significa ser hombre en
nuestra sociedad?, ¿ definen las
teorías analizadas lo que debe
ser un hombre en nuestras
sociedades?
El suceder imaginario
(novela) no define lo que
debe ser un hombre en
contraposición con la
masculinidad hegemónica.
La novela es explícita al
narrar características
sociológicas y psicológicas
del comportamiento de los
hombres en la sociedad
latinoamericana; la sociedad
123
costarricense no está
ausente de esta
caracterización.
La teoría expuesta tampoco
define que significa ser un
hombre en la modernidad.
Se enlistan una serie de
características de la
masculinidad hegemónica y
de la cultura patriarcal y el
rol femenino y masculino
correspondiente.
Finalmente, la teoría
expuesta continúa
abarcando el objeto de
estudio (masculinidad) a
nivel fenomenológico.
3. El personaje central de la novela no es
un depredador de mujeres al estilo del
hombre de hoy”, o la manera de un
Casanova, que según demuestran los
estudios de masculinidad, este tipo de
individuos deben mantener al menos una
relación “estable” con una mujer, pero al
mismo tiempo necesitan relacionarse con
muchas otras simultáneamente.
4. Finalmente, este personaje tiene una vida
pública muy contextualizada en su oficio
de periodista y de hombre culto, no
participa en fiestas con amigos, no
ventila sus andanzas ni se expone
públicamente con mujeres. Este
personaje tampoco calza con las
tipificaciones de la masculinidad
hegemónica según la teoría abordada.
124
Referencias
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*Contacto: ghernandezc@uned.ac.cr/ hernandezgc65@gmail.com
https://cr.linkedin.com/in/gustavo-hernández-castro-2b678794
https://uned-cr-academia.edu/GustavoHernandez